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Eduardo Basualdo, Diana Fonseca, Hans Op de Beeck, Bernardi Roig, Erwin Wurm

Proust’s Madeleine: Everyday Anthropocentrism

Jan 30 - Jul 31, 2020

But when from a long-distant past nothing subsists, after the people are dead, after the things are broken and scattered, still, alone, more fragile, but with more vitality, more unsubstantial, more persistent, more faithful, the smell and taste of things remain poised a long time, like souls, ready to remind us, waiting and hoping for their moment, amid the ruins of all the rest; and bear unfaltering, in the tiny and almost impalpable drop of their essence, the vast structure of recollection.
- Swann’s Way, Marcel Proust

In Swann’s Way, the first volume of Marcel Proust’s heptalogy titled In Search of Lost Time (1913-1927), the main character wanders around Paris revisiting those spots that connect him to his teenage love. Overwhelmed with sadness, and after having a spoonful of tea where he had previously dipped a madeleine, memories of childhood’s summer in Combray surface.

Proust invokes sensorial memory through objects which are apparently ordinary. To him recollection of this nature is much more effective than voluntary memory. Random and evoking elements allow him to connect with his memories and unite past and present through them. These are no casualties but a pursuit. That is, a deliberate action where the body in its everyday environment finds wormholes to the past.

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Far from medieval anthropocentrism, which granted man a direct connection with divine plans, this exhibition pursues a more modern approach derived from the perpetual need of finding our place in the cosmos. With no control over the forces that rule the passing of time, humans either enjoy or endure an existence with a precarious balance, and that provides no certainty of the surrounding reality. It is in the realm of everyday life, of gestures without apparent consequences, where there is room to place human life in the center.

Opposed to existentialism, everyday anthropocentrism aims for introspection navigating through sensorial memory to reference the present. The essence precedes existence and thought precedes reality. The encounter with objects is unpredictable and foreign to nostalgia. Certain triggering elements in these items, which are part of the everyday landscape, will recover that missing part of us. And it will now merge with our present.

De escenas cotidianas nos habla la escultura de Hans Op de Beeck titulada Timo. Envuelta en un halo de teatralidad, le representación de un niño jugando a las canicas a escala real interpela a la infancia del espectador invitándole a explorar capas más profundas de su memoria. El mismo cuerpo del niño en un gesto sin consecuencias, conecta con este concepto de un antropocentrismo cotidiano. Nos direcciona hacia el ámbito donde poder buscar los recuerdos aparentemente perdidos.

Con una referencia explícita al cuerpo, la escultura de Erwin Wurm titulada giving one the finger, da visibilidad a miembros, brazos y dedos, que sus otras esculturas no tienen protagonismo. Para el artista austriaco, el cuerpo humano es un todo físico, psicológico y político. Famoso por el carácter absurdo de sus esculturas, el autor presenta pequeñas trampas para nuestro sentido de la realidad. Al incorporar en muchas ocasiones sus propios anhelos y deseos personales, conecta con el tema central de la exposición que son los recuerdos.

En diálogo con la escultura anterior e igualmente marcado por un tono irónico, Bernardí Roig presenta una serie de cinco dibujos titulados Headless. Cuerpos desprovistos de cabeza, posan sentados de manera relajada con una calavera. Símbolo de la vanitas, esta pasa a formar parte inherente de la naturaleza humana y la ausencia de control sobre el paso del tiempo parece ser asumida sin pesar. De nuevo el cuerpo como elemento protagonista, parece revelarse con humor a su destino transitorio y busca refugio en el hedonismo, el placer sensorial e inmediato.

El concepto de la vida como algo pasajero y transitorio, es interpretado desde una postura espiritual en la serie de cinco fotografías titulada Grandpa goes to Heaven de Duane Michals.  A modo de una secuencia de fotogramas, la muerte es escenificada como el momento de tránsito a otro tipo de existencia. El manejo de la luz y la escenografía tratan al cuerpo con la máxima ternura. Elemento esencial de la narración, no se queda atrás inanimado en la cama de un hospital, sino que vuela por la ventana de su habitación como un todo con el espíritu.

Diana Fonseca con varias piezas de la serie titulada Degradaciones nos referencia al impacto del paso del tiempo sobre la vida cotidiana. La artista cubana dirige la atención hacia los actos fortuitos y espontáneos que afectan a nuestra realidad, suceden en nuestro ámbito ordinario disparando conexiones con emociones olvidadas. Como si de la misma piel de nuestro cuerpo se tratara, los trozos de revestimientos de edificios de La Habana que Fonseca utiliza en estos collages abstractos, nos hablan del deterioro de la memoria, de los residuos de las experiencias pasadas.

El artista argentino Eduardo Basualdo posiciona al individuo como víctima de circunstancias que le sobrepasan. El sujeto es ubicado en el centro de la conversación y desde su fragilidad es invitado a adentrarse en una ficción donde encuentra una extraña familiaridad. La pieza Corazón Frío, representa a la perfección el discurso curatorial de esta exposición. Al tiempo que recrea el mismo órgano que mueve el cuerpo humano, dirige nuestra atención hacia su atribución metafórica como repositorio de las emociones. Son estas las que sirven como catalizadoras de aquellos recuerdos que buscamos recuperar.

Las cosas no se pierden cuando desaparecen sino cuando las dejas de buscar

– Su Viva Imagen, Benjamín de Prado

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“Lejos del antropocentrismo medieval que confería al hombre una conexión directa con los planes divinos, esta exposición aspira a plantear un enfoque más actual derivado de la perpetua necesidad de encontrar nuestro lugar en el cosmos. Sin control sobre las fuerzas que gobiernan el paso del tiempo, el hombre disfruta o padece de una existencia de precario equilibrio y sin certeza sobre la credibilidad de la realidad que le rodea. Es el ámbito de lo cotidiano, de los gestos sin aparentes consecuencias donde queda margen para colocar al hombre en el centro.”Rubén Manrique en NEO2, 29 enero 2020.