El artista gallego Manolo Paz nos invita a recorrer este paseo guiados por siete de sus esculturas que quedan perfectamente integradas en el paisaje urbano y natural de la ciudad de Málaga. En enclaves como la Alameda Principal, el Archivo Municipal, Molina Lario, el Parque de Málaga y la plaza del Centre Pompidou Málaga, las esculturas de Manolo Paz quedan conectadas por este eje de la cultura, el arte y paisaje, convirtiéndose así en el escenario idóneo para un diálogo con el arte contemporáneo de la mano del escultor gallego, para quien la naturaleza es piedra angular de su práctica artística.
Acceda más información en el área de cultura del Ayuntamiento de Málaga aquí
Puede descargar el dossier del proyecto aquí
Más información sobre Manolo Paz en este enlace
Manolo Paz deja hablar libremente a los materiales; el material manda y siempre tiene una oportunidad. La suya es una mirada interior, tan profunda como directa, tensa, vibrante. No es de esos artistas que buscan una precisión matemática, sino de aquellos que prefieren incorporar los accidentes, los borrones, lo difuminado, las marcas de la vida. Poco importa si la forma es geométrica y modular, siempre se asume porosa, impura. Se trata, en definitiva, de destilar la imagen, de derivarla, midiendo el espacio con la tensión del dibujo, para activarlo, convencido de que siempre hay más espacio del que conseguimos abarcar.
Manolo Paz es uno de los escultores más singulares del panorama artístico internacional. Su trabajo, al margen de las modas, se desarrolló a lo largo de varias décadas, desde su primera exposición individual en Madrid a mediados de los años ochenta en la mítica galería de Fernando Vijande hasta hoy día con su última muestra individual en la Galería Max Estrella. En tiempo de urgencias climáticas y de un renovado compromiso con la sostenibilidad, donde la natureza recupera el centro del debate, es justo reconocer en Manolo Paz uno de los artistas pioneros. Esta exposición en Málaga, continuando las de Santiago de Compostela y Madrid, supone una oportunidad histórica para reafirmar a este artista de más de cuarenta años de trayectoria.
En alguna ocasión Manolo Paz ha confesado su intención de respetar la posición natural de la roca, de permitir ese contacto con la superficie de manera que la escultura pueda echar raíces y crecer. Es algo que advertimos en Horizonte, situada en el Paseo del Parque, o en sus Menhires, en Alameda Principal. Manolo Paz deja respirar la piedra antes de imponerse, dialoga antes de dominarla. Sus esculturas monolíticas conviven con el lugar como si ya estuviesen allí desde siempre, como Mundo cortado; o contrastando con el espacio en el que se ubican, como Ventana, en el interior del Archivo Municipal de Málaga. Una de las piezas más representativas de la muestra, Bolboreta, despliega sus alas en el eje central del recorrido, a la altura de la calle Molina Lario. Son esculturas que contienen el paisaje, que se funden con este, que filtran el espacio como sus Transparencias, frente al Centre Pompidou en el Muelle Uno, que lo enmarcan y a la vez lo jerarquizan, lo ordenan. Metafóricamente, podríamos decir que la memoria del paisaje moldea muchas de sus obras; es un elemento fundamental de la condición primigenia de su trabajo, que resulta evidente en la expresividad de sus piedras, que nos remiten a muros, a cruceros, a las formas megalíticas o a la arquitectura popular.
En La distancia que une, Manolo Paz nos invita a habitar el espacio y el tiempo. Ante la aceleración de la vida contemporánea y su arquitectura, el artista invita a preservar la continuidad de una cultura y de la vida, invirtiendo el flujo del tiempo experiencial y reforzando el sentido de pertenencia. El impacto emocional se alía así con una conciencia de lo sostenible, porque esta mirada distinta sobre la realidad nos lleva a interiorizar determinados lugares que aún siendo muy conocidos nos revelan nuevos enfoques, posibilidades. Porque el material se piensa y se destila como imagen para construir tensiones, plenas de poesía y conexiones con la ciudad.