MadBlue presenta Rainmakers (Hacedores de lluvia), una instalación interactiva que consiste en un anillo rodante de 5 metros de diámetro y 1.50 de ancho realizado en madera y que está en contacto con el agua.
Esta rueda está diseñada para producir lluvia mientras las personas caminan en su interior. Abierta a la participación, Rainmakers gira en torno a la energía vital y se articula directamente en nuestra relación con el entorno natural, proyectando el flujo de la energía y las interacciones que tienen lugar entre la cultura y la naturaleza; una reflexión sobre la vida misma.
De forma poética, esta enorme escultura o instalación se estructura sobre la idea utópica de atraer la lluvia con nuestro actuar y se acciona caminando. Miler Lagos hace circular la energía en el sentido opuesto, en la dirección de retorno al origen, a la fuente, evocando los molinos que aprovechaban de manera efectiva la fuerza hidráulica para devolver algo de energía a la vida a través del arte, convocando lo político y comprometido desde lo poético.
Esta instalación fue presentada en la Bienal Openart de la Ciudad de Orebro, Suecia (2017) y en la feria ARTBO en Bogotá (2018).
Centro de Cultura Contemporánea Condeduque – C. del Conde Duque, 11, 28015 Madrid
CONVERSACIÓN DE MILER LAGOS CON DAVID BARRO, DIRECTOR ARTÍSTICO DE MADBLUE
DB: Miler, tu trabajo parte de una profunda conciencia ecológica que tiene como eje la reflexión sobre la acción del ser humano en el entorno natural. Los artistas hacéis preguntas sobre las estructuras políticas, sociales o económicas y por eso sois un eje fundamental en MadBlue, porque entendemos el arte y la cultura como agentes imprescindibles para el cambio. Si pensamos en esos términos, ¿a qué responde tu trabajo y cómo lidia con el desarrollo sostenible y sus objetivos?
ML: Mi trabajo indaga sobre la energía vital y su fuente, en algunos casos a través de la imagen o la apariencia propia de los materiales de los cuales nos valemos para estructurar la cultura. En otros casos establezco mecanismos de participación que permiten un estado de consciencia más directo, siempre valiéndome del lenguaje natural de cada elemento, en especial el agua y su paso vital por nuestra realidad física. Río, árbol y todas las posibles manifestaciones de la energía movilizada por este elemento, hasta nuestra propia existencia.
DB: ¿Se podría decir que entonces tu aporte principal es la experiencia artística como medio para reconocer nuestra inherente relación con el soporte natural?
ML: Efectivamente. Se trata de nuestra dependencia a este soporte natural y de la necesidad de establecer un equilibrio entre lo que tomamos y de cómo lo restituimos de vuelta al medio ambiente. La cuestión es reconocernos como parte de toda la naturaleza, asumir responsabilidad en su mantenimiento y venerar su importancia.
DB: ¿Cómo describirías tu obra Rainmakers? ¿Qué ideas principales te gustaría proyectar con esta obra instalada en el patio del Centro Condeduque de Madrid?
ML: Rainmakers se plantea como un dispositivo que responde al reto de cambiar las condiciones ambientales para nuestro beneficio y el de la naturaleza misma. Rainmakers señala ese anhelo humano de tener el poder suficiente para manejar el clima a su antojo. Esta obra evoca desde la danza de la lluvia de los nativos americanos hasta toda clase de actos rituales que procuran por la llegada de la lluvia y con ella la bonanza del cultivo. “Rainmaker” sería todo aquel que logra atraer la abundancia y la plenitud. Pero en este caso dando su propia energía de vuelta a este dispositivo que moviliza el agua para producir una pequeña lluvia.
DB: Miler, el arte nos ayuda a tomar consciencia de que habitamos un mundo en transición y actualmente nos enfrentamos a muchos desafíos globales. El arte apela a la conciencia y como decía Moholy-Nagy a propósito del diseño, “no es una profesión, sino una actitud”. Por eso el arte ayuda a cuestionar el presente para construir un mundo mejor, y por eso debe empatizar todavía más con la vida real, a la que por otro lado siempre ha estado apegada el arte como proceso crítico y constructivo. ¿Trabajar un proyecto artístico dándole un propósito responsable y comprometido, como en este caso, crees que puede ayudar a que esa conexión empática sea mayor?
ML: Pienso que el arte responde a tantos y diferentes planos del pensamiento que es difícil precisar si ha existido empatía por parte del arte hacia la sociedad en mayor o menor medida, y si ha sido mejor en el pasado. Al final la autonomía del arte hace que este se convierta en un vínculo social en la medida que cada individuo de la comunidad encuentre reflejado en él un interés en común. No creo que el arte responda de manera consciente a una preocupación colectiva, es más bien el artista, como un miembro de la sociedad, quien encuentra en el arte un mecanismo para cuestionar lo que le afecta y que, por lo tanto, también afecta a otros.
Encuentro en el arte muchas fortalezas que permiten cuestionar la realidad sin que tenga que mostrar a la sociedad sus errores y es precisamente en el terreno de lo poético donde el problema trasciende para convertirse en una experiencia estética que lleva al individuo a diferentes estados de percepción, disfrute y consciencia más profundo. La empatía vendría fortalecida por la calidad de experiencia que la obra de arte le propicia a cada uno.