Una de la piezas consiste en un pequeño campo de fútbol, donde las líneas que delimitan el terreno de juego se han multiplicado. Jugadores, árbitro y cancha son perfectamente reconocibles, y sin embargo un leve cambio puede afectar a toda la lectura del juego, puede desarmar unas reglas que no parecían tan férreas y sumir a sus participantes en un estado de confusión, de inactividad y desconcierto.

La exposición se completa con una serie de dibujos de precisión, letra impresa y signos en los que se dan cita una galería de personajes-tipo habituales en nuestro entorno doméstico. Bomberos, soldados, guardias de tráfico o enfermeras se recortan de forma aleatoria en un aséptico plano blanco creando (no sin cierta comicidad) una sensación de aislamiento y perplejidad en el espectador.