La radical evolución plástica de Bellver ya quedó apuntada en el citado pabellón de Hannover donde su enorme instalación ZU comprendía 66 urnas rellenas con tierra traída por personas que habían viajado a todos los rincones del planeta.

En esta ocasión el artista presenta varias series de trabajos en los que la mentira es el denominador común. Mediante sutiles juegos de formas y sombras el artista investiga las apariencias de los objetos y los contrasta con la realidad. Bellver, empujado por su afinidad con las premisas dadaístas adopta distintos aspectos formales sin dejar por ello que le condicionen en sus aspectos conceptuales. Sin variar sus principios, pero utilizando varias ideas simultáneamente se pueden reconocer en la muestra distintos temas de la mejor tradición figurativa: la figura humana, naturalezas muertas, desnudos, autorretrato del artista, pero con nuevos soportes de absoluta contemporaneidad: cajas de luz, fotografías, esculturas de bronce o de poliéster.