El leitmotiv de la trayectoria artística de la bogotana Leyla Cárdenas consiste en una serie de trabajos escultóricos que, tomando la cualidad física del espacio como punto de partida, buscan investigar las capas que constituyen y construyen las cosas y los lugares.
Mediante el uso de objetos encontrados y espacios que acumulan capas de información, la artista logra encapsular las particularidades de cada espacio. La aparente capa superficial de cada objeto estudiado, se convierte en un camino profundo para explorar y descubrir a cada paso el cruce de diferentes experiencias del tiempo (del tiempo histórico, tiempo material, tiempo cotidiano y quizá un tiempo más existencial y psicológico que está relacionado con la duración de la experiencia).
La Galería Max Estrella se complace en presentar la nueva exposición de Leyla Cárdenas en la que, adoptando la mirada analítica del arqueólogo, reconstruye el contexto correlacionando hallazgos fragmentarios de la realidad con la ubicación estratigráfica que los acompaña. El espacio expositivo se convierte así en un campo de operaciones, en el que la artista desarrolla algunas de sus metodologías de trabajo para intentar presentar la contemporaneidad de lo no contemporáneo.
El gesto es escultórico, pero sin realizar objeto alguno, usando la destrucción como forma de construcción, permitiendo una interacción entre un sitio particular y todas las confluencias y dimensiones del mismo. Bajo esta óptica, los materiales se convierten en palimpsestos, sedimentos cuyos estratos apenas son discernibles por la amalgama que los condensa, y los fragmentos que recupera en meros documentos en donde se almacena el presente, pasado y futuro.
Para sus piezas más recientes, suele tomar como punto de partida fotografías de edificios urbanos en el instante previo a su desaparición, con el fin no solo de desvelar el espectro del tiempo, sino también hacerlo presente al indagar en sus sedimentos. Su trabajo con imágenes de ruinas reflexiona, a su vez, sobre la “ruina de la imagen” o la incapacidad de la imagen de mostrar o representar aquello a lo que se refiere.
Esta estrategia de forzar algo a aparecer pese al paso del tiempo, se aprecia en otras obras en las que la imagen de un espacio en abandono ha sido fragmentada y puesta sobre escombros. Puesto que las fotografías son un documento insuficiente, Leyla se afana en materializarlas, proyectarlas en el espacio, especular sobre las capas que se esconden detrás de ellas. La analogía establecida entre el fragmento visible y el vacío, esa información faltante, corresponde a su vez con el papel de la imaginación y el mito en la narrativa histórica; una historia que, si bien cuenta con una fachada, se hila de adentro hacia fuera. Y, como bien puntualiza: “Nunca se es más consciente de la forma en que converge todo que cuando se excava”.