Esta nueva exposición de Bernardí Roig (Palma, 1965) en la Galería Max Estrella es un intento de aliviar la sobrecarga de hollín que tienen las paredes, saturadas de imágenes en las que no hay nada que ver. Pero no solo las imágenes están cansadas, el ojo está agotado y los muros exhaustos. Incluso la luz ya no viene de arriba para iluminar y garantizar la escena, ahora está a ras de suelo, ha dejado de ser afirmativa.
Deshollinar los muros es, entre otras cosas, una exposición de dibujos por los suelos en la que las paredes, una vez deshollinadas, solo sirven para ser arañadas o penetradas. El espacio de la galeria se convierte en un vacío saturado de blanco que nos habla de la fatiga del iris, y la esclerosis visual producida por la transparencia de este presente tecnológico sin sombras, amnésico y aplastado por un exceso de realidad. Los muros son más hermosos cuando no hay nada en ellos, solo blanco sobre blanco.
721 dibujos al raso, urgentes, trazados con tinta negra, algunos con salpicaduras de color que desafían el inflacionismo de lo irrepresentable. Surgen de la inmediatez, sin retoques ni correcciones. Imágenes de cuerpos generosos, gozosos y rebosantes de carnalidad se acumulan y esparcen por las equinas. Algunos dibujos edifican la “montaña de los rechazados”, otros delimitan la “zona de los admitidos”, aunque podrían ser perfectamente intercambiables. Todos están llenos de tiempo. El dibujo es la única herramienta en la que confiar porque acorrala, al instante, la idea que se da a la fuga.
La serie nos habla del exceso que excede al ojo, y forma un conglomerado de masa líquida coagulada y líneas sin ajustar que se disemina en el espacio. Son dibujos sin mirada que los afirme. Salvo uno, cualquiera, dispuesto para ser sustituido 720 veces. Está enmarcado, colgado, iluminado y autorizado. Y también enjaulado por un marco voluptuoso, dispuesto a la altura de la mirada; podría ser el portador visual del retorno psíquico de lo inquietante, ya que, como es sabido, las imágenes nos muestran aquello que no son capaces de representar. El marco precipita que la pared concluya y que de golpe nuestra mirada sea arrojada al territorio irreal de la imagen. El marco es aislador y asidero en esta gigantesca cordillera de mediocridad visual.
Esta es la exposición de un solo dibujo, 721 veces distinto, pero que no está solo; comparte espacio con un monitor de televisión, una cabeza que gira y una figura que camina por el techo.
Un televisor suele ser una caja negra que siempre está llena de imágenes apresadas a la espera de ser derramadas. De-visager, 2022 son esas imágenes donde, en no mas de treinta segundos de eterna sesión continua -y en deuda con Bergman-, el primer plano de una anciana cabeza sin genero se arranca, una y otra vez, la máscara de su propio rostro para mostrar de nuevo ese mismo rostro. Una infectada circularidad temporal donde lo revelado es exactamente lo mismo que lo ocultado. Es una imagen insistida de sí misma, sin compasión, que muestra todo el territorio incautado a la semejanza. Lo mismo es lo mismo que lo mismo.
Autorretrato con la nariz pulida, 2021, una cabeza de aluminio sacada del molde de la cabeza del artista, gira lentamente. Esta escultura funciona como un espejo en el que vemos el propio rostro insertado en el tiempo. Nuestra cabeza es un vertedero que gira, y cada vuelta que da es un golpe del tiempo que certifica nuestro acabamiento. Hasta la ultima vuelta.
Una figura a tamaño real en aluminio, Autorretrato caminando por el techo, 2022 queda suspendida boca abajo en la sala del fondo de la galería. Es el doble fantasmagórico del que mira, ingrávido e inquieto, desordena la garantía espacial. Es una apariencia que se demora.
Las distintas capas y formalizaciones de este proyecto nos interrogan, desde un lenguaje figurativo desviado, la relación incestuosa que tenemos con la memoria, las obsesiones enquistadas y la extrañeza e inquietud que late en las profundidades reprimidas de la imagen que heredamos. Son, muchas veces, imágenes inacabadas y de soledad insistida que conforman un conglomerado de tiempos superpuestos.
Actualmente, y hasta el 30 de Mayo de 2023 se podrá visitar exposición “El último retrato y la afonía del Minotauro” de Bernardi Roig en el Centre Pompidou Málaga, Museo Casa Natal Picasso y Colección Museo Ruso en Málaga.
En estos últimos años el trabajo de Bernardi Roig se ha mostrado en numerosos museos e instituciones nacionales e internacionales como el Kunstmuseum, Bonn, BOZAR , Bruxelles, Zentrum Für Internationale LICHTKUNST, Unna, Dortmund, Canterbury Cathedral, Kent, Alte Pinakoteke, München, Ca Pesaro, Galleria Internazionale d’Arte Moderna, Venezia, Kunsthalle Krems, Krems, The Phillips Collection, Washington D.C., Triennale di Milano, Milano, Le Carre d’Art, Nimes, IVAM, Valencia, Museo Carlo Billotti-Villa Borghese, Roma, Science Museum, London, Museu Es Baluard, Palma, Palazzo Fortuny, Venezia, Madrid, PMMK. Museum voor Moderne Kunst, Fundació Pilar i Joan Miro, Palma, Oostende, Kunsteverin Ludwigsburg, Sttugart, The Slavador Dalí Museum, Florida, Centre d’Art Santa Mónica, Barcelona, Teheran Museun of Contemporay Art, Teheran, Troubleyn/Laboratorium, Anwers, GAM Galleria d’Arte Moderna, Bolonia, Fondation Européenne pour la Sculpture, Parc Tournay-Solvay, Bruxelles, CAC, Málaga, Von Der Heydt-Museum, Wuppertal, Vestfossen KunstLaboratorium, Oslo, VIDEOTAGE HK, Hong Kong, Centro Cultural La Recoleta, Buenos Aires, Museu Colecçao Berardo, Lisboa, Palais des Nations de la ONU, Genève, CA2M Centro de Arte Dos de Mayo, Madrid, Busan Museun of Modern Art. Busan, South Korea, 54ª Biennale di Venezia, Instituto Veneto di Science, Lettere ed Arti, Palazzo Cavalli Franchetti. Venezia, La Villa Reale, Monza, LUMINALE 2020, Frankfurt am Main, Hotel de Inmigrantes MUNTREF, Buenos Aires, Museum Residenzgalerie, Salzburg, Maison Particulère Art Center, Bruxelles, y recientemente en KUNSTMUSEUM, Wolfsburg, Holon Art Design Museum, Tel Aviv, Sala Alcalá31 y TABACALERA, Madrid.