El ejercicio de apropiación alcanza también a la tipografía empleada en monumentos. Hasta que Valga la Pena Vivir, una de las frases más populares en las pancartas de los manifestantes es representada por Godoy mediante un alfabeto hecho a partir de los caracteres del monumento de la Plaza de Armas de Santiago. Los viejos monumentos quedan desmembrados y configurados de nuevo para hablar del futuro imaginado. Estas letras esculpidas en la piedra crean una oquedad, un vacío que Godoy podría referenciar a la palabra vacía de Jacques Lacan. Igual que el significante yerra en su intento de representarnos, este alfabeto de signos pétreos tampoco alcanza a lograrlo, y es el artista quien lo reconfigura en un nuevo lenguaje.

Marco Godoy vive y trabaja en Madrid. Se ha formado en el Master en Royal College of Art, en el “Video and new media department” del SAIC Chicago y la UCM. Además de estar especializado en los medios de video y fotografía, su práctica abarca la escultura, el dibujo y los proyectos colaborativos. Su trabajo se ha mostrado en Matadero Madrid, Centre Georges Pompidou, Palais de Tokyo en París, Whitechapel Gallery en Londres, Centro Conde Duque, Stedelijk Museum ’s-Hertogenbosch, Edinburgh Art Festival, Dallas Museum of Contemporary Art, La Casa Encendida, Centro Centro,  Institute of Contemporary Arts (ICA) en Londres, Herzliya Museum of Contemporary Art, Lugar a Dudas en Cali y Haus der Kulturen der Welt en Berlín, entre otros.

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NO SON 30 PESOS

En octubre de 2019, la indignación por la subida de 30 pesos del precio del Metro en Chile desata una ola de protestas. La población reclama una nueva Constitución, y se reúne en manifestaciones masivas alrededor de la estatua ecuestre de Plaza Dignidad de Santiago. “Hasta que valga la pena vivir” es una de las principales consignas de un país desgastado por la desigualdad y el endeudamiento.

El estallido social lo desborda todo y los “Carabineros de Chile” responden reprimiendo con mucha violencia. Disparan balines contra los manifestantes, dejando más de 400 personas con daños oculares, perdiendo uno o los dos ojos en la protesta. A los manifestantes nos rociaron con gas lacrimógeno, agua y ácido, provocándonos quemaduras. Se contabilizan alrededor de 2500 presos y 34 muertos.

Así, en la Plaza Dignidad se mezclan el deseo de imaginar un futuro con el miedo a perder la visión.

Fue transformador entender la manifestación como un ecosistema de convivencia, donde unos protestaban y otros protegían frente a la represión policial. La “primera línea” era un grupo de personas sin jerarquía que se enfrentaban para contener a los Carabineros y protegían la manifestación. Christian, que participó desde los primeros días, me contó que no llegó a conocer el nombre de ninguno de sus compañeros en primera línea. Tampoco se les reconoce en las fotos térmicas, donde sólo se ve su calor corporal.

El proyecto, Al servicio de la visión, consistió en donar 60 escudos a la primera línea de las manifestaciones, distribuidos entre pequeños grupos de afinidad . Estos escudos tienen una doble función: proteger y deslumbrar. La superficie de espejo permite redirigir la luz del sol, impidiendo que los oponentes vean. Así, sin usar violencia, tal como hizo Perseo con Medusa, se devuelve el reflejo y se ciega a los Carabineros.

En medio de esta tensión social, conviviendo en el espacio público, los monumentos tradicionales de piedra y bronce se desmembran. El estallido genera otro tipo de monumentos intangibles como pancartas, consignas y pintadas que cubren Santiago.

Las frases que se leen en la exposición son tomadas de la protesta, pero las tipografías son réplicas directas de monumentos reales. La letra tallada compone frases de protesta como “hasta que valga la pena vivir“, “utopía es ahora” o “ ven, seremos” (venceremos). Se trata de invertir las formas que usa el poder tradicional: la tipografía usada para conmemorar el pasado sirve ahora para conmemorar la protesta. El objetivo es asentar las palabras que de otra manera terminarían desapareciendo del espacio público.

A pesar de la crudeza de las imágenes de protesta y los datos de heridos, el estallido social es un movimiento esperanzador y emotivo. Así, un año después de las primeras manifestaciones, en noviembre 2020, las demandas del estallido social derivan en un plebiscito para aprobar una nueva Constitución y sustituir la redactada por Pinochet.

En una pintada en la calle se podía leer, “no eran 30 pesos, eran 30 años”.

Marco Godoy

2021