“Pulse Topology” está compuesta por 6000 bombillas suspendidas a distintas alturas, creando una serie de cumbres y valles, un paisaje íntimo que el visitante puede atravesar. Cada bombilla reluce con el pulso de los participantes en la obra. Para esta instalación se han fabricado sensores de pulso a medida para procesar el latido de los visitantes. Cuando un participante interactúa con la instalación, su ritmo pulsar es añadido a una red de latidos de los visitantes anteriores, reemplazando el registro más antiguo.

En ‘Pulse Topology’ los latidos individuales se coordinan para crear un coro inmersivo de luz y sonido. Traduciendo una fuerza invisible a una visible, Lozano-Hemmer hace tangible el ritmo del corazón, que brilla y desaparece en una suerte de memento mori. Lozano Hemmer hace un uso visionario de la biométrica, aplicado a contextos que hacen evidente el potencial creativo de la colaboración interdisciplinaria de arte y ciencia.