La Galería Max Estrella presenta la segunda exposición individual de Eugenio Ampudia (Valladolid, 1958) en Madrid. Conocido por las acciones e intervenciones que realiza desde 1987, así como por su presencia en la red a través de www.operariodeideas.com, Ampudia es, también, comisario de exposiciones y está especialmente interesado en los medios y en la comunicación especializada.
Una característica distintiva de sus obras de videoarte es que éstas escapan de los modos habituales de exhibición, para cobrar vida independiente en objetos concretos, en el espacio expositivo o en el lugar específico en el que se da un acontecimiento público.
Con el irónico título de Nada que ganar –al que podríamos contraponer el de Nada que perder– el artista ha convertido la galería en un artefacto o instrumento mediante el que pensar las premisas y consecuencias del acto mismo de exponer. En ella no hay una reunión o conjugación de piezas independientes creadas en un periodo determinado, sino el establecimiento de dispositivos que hacen posible esa reflexión. Si, como él mismo afirma «lo que espera lograr como artista es lograr girar dos grados la mente del espectador durante tres segundos», ésta es una ocasión óptima donde cerciorarse de esa intención.
El espacio físico de la galería se convierte en pieza singular en obras como Comprar aire I y II. En otras, como Fuego frío I y II, la virtualidad de éste, incendia una de las salas de la galería o quema la biblioteca del despacho del director, en una lúcida metáfora del carácter evanescente y obsoleto de la obra de arte y del recinto expositivo en ésta época de crisis del pensamiento y la imagen artística. En otras como Mesa de pe(n)sar o Puntapié el motivo de especulación es el artista mismo y la naturaleza de sus ideas o conceptos creativos.
Nada que ganar prosigue y amplia una de las estrategias fundamentales del artista, aquella que pone en cuestión la ubicación específica de la obra de arte y su potencial y capacidad para ser promotora de un debate sobre el qué y el por qué del arte en la hora aparentemente convenida para su prescripción.