Se trata de un conjunto de obras realizadas en diversos soportes como el dibujo, el vídeo o la instalación, pero que merodean en torno a una sola obsesión: La imagen de un hombre que camina con una lampara sobre sus espaldas. Es un hombre derrotado, que tiene el coraje de transportar sobre los hombros la posibilidad de volver a alumbrar los acontecimientos para así poder reconocerlos y dotarlos de sentido.

La exposición pretende abordar la idea del fracaso y del conflicto de su representación como único camino para desviar el acoso permanente de la locura y la caducidad. La madera quemada como materia y el papel y la tela como soportes que reciben el trazo, como lugares de acogida de la imagen, entendida ésta como un condensado de experiencia incomunicada, son los elementos-matriz con los que Bernardí Roig fertiliza el magma de sus obsesiones.