Tras la presentación, la pasada primavera del proyecto Oros y espadas (libro y exposición incluida), Javier de Juan ha realizado un nuevo proyecto que se presenta en la Galería Max Estrella el próximo miércoles 15 de diciembre.
Incluimos una breve explicación del artista sobre el proyecto Instantes Congelados:
La capacidad de la mente humana para interpretar imágenes se ha desarrollado hasta extremos insospechados. Es así hasta el punto de que no se leen los significados racionalmente, es decir usando la razón, sino que se interpreta lo que se ve en medio de un fluir de sentimientos y sensaciones.
Sin entrar en profundidades, que serían objeto de un ensayo, esto es fruto de la saturación visual en que nos movemos: internet, el cine, la televisión, la prensa, la publicidad…
La publicidad es quien más ha contribuido a la descodificación de los significados. El ejemplo más evidente son los anuncios de coches, en los que se busca una imagen que no explica nada del objeto a vender, sino solo se pretende enganchar al espectador. Después, solo después, la palabra, vista o escuchada, nos habla del coche y de lo que con él puede hacerse.
La palabra resignifica la imagen y la imagen se reinterpreta de nuevo a la luz de la palabra, emergiendo un todo nuevo, producto de esta simbiosis o sinergia, como gusta decir ahora.
Sería una constatación de la dialéctica hegeliana como medio de progreso: Tesis, Antítesis, y de su lucha la Síntesis. Una imagen cualquiera, unida a unas palabras cualesquiera, generan (paren, dan a luz) una nueva criatura, una sensación distinta, otra.
Este concepto de construcción de ideas o sensaciones basados en la palabra y la imagen, me ha dado la libertad de escoger aleatoriamente el MAR como imagen común a todas las obras. El mar como materia indefinida, amorfa, cambiante y, sobre todo, instantánea. Jamás se repite la misma ola, la misma luz. Pintar el mar es congelarlo, es pintar un instante y un instante es la realidad, es presente perpetuo. Y escoger el lienzo y el óleo como soporte material: lo más clásico, lo más primitivo: aceite, pigmentos, lino, algodón, pinceles de pelo… pero la técnica utilizada es indiferente al resultado; con nuevas tecnologías el concepto no habría variado… pero qué placer volver a pintar, y qué placer hacerlo en formatos grandes, de 2 x 2, 2 x 4 o 2 x 6 metros, porque el tamaño, ahora, sí es importante; porque hay que levantar la voz para que estos “instantes” compitan con las imágenes de los “anuncios” que nos rodean.
Y después la PALABRA sobre los mares pintados, enormes, convierten cada cuadro en lo que quiere ser: una pintura política, una pintura social o histórica, o mitológica o literaria.
La imagen y la palabra unidas son el verdadero lenguaje de estos tiempos de saturación visual y mental.